lunes, 17 de marzo de 2008

COMPORTAMIENTO ANIMAL Y SEXUALIDAD HUMANA

Dr. Enrique Font Bisier

El estudio del comportamiento animal es una de las facetas más atractivas e interesantes de la biología moderna. Siguiendo el legado de los pioneros de la etología, como K. Lorenz, N. Tinbergen y K. von Frisch, los etólogos actuales se esfuerzan por comprender las causas del comportamiento, su desarrollo, su evolución y su función o valor adaptativo.

Aunque tradicionalmente descuidado en nuestro país, el estudio del comportamiento animal ha experimentado un considerable desarrollo durante las últimas décadas y ha proporcionado algunos de los descubrimientos más fascinantes de toda la biología animal. La teoría de la selección sexual de Darwin, por ejemplo, ha permitido dar explicación a muchos aspectos del comportamiento de los animales y recientemente ha sido también aplicada a la sexualidad humana con resultados sorprendentes. En la mayor parte de las especies con reproducción sexual las hembras hacen una inversión parental muy superior a la de los machos.

Como consecuencia de su mayor inversión parental las hembras son en general muy selectivas a la hora de elegir pareja. Los machos, por el contrario compiten con otros machos por el acceso a las hembras. Los machos compiten por las hembras directamente, mediante el combate, o indirectamente, intentando ser ellos, y no otros machos, los elegidos por las hembras para aparearse. Muchas de las estructuras y de los comportamientos que exhiben los animales en el contexto del cortejo y el apareamiento son explicables como resultado de la selección sexual en sus dos modalidades, a las que Darwin denominó selección intrasexual (competencia entre machos) y selección intersexual (elección de pareja por la hembra). Las diferentes estrategias de apareamiento que utilizan machos y hembras se traducen en que, en la mayoría de las especies con reproducción sexual, los machos son ardientes, fogosos y están dispuestos a aparearse en todo momento, mientras que las hembras son exigentes, selectivas y se muestran reacias a mantener relaciones sexuales con el primer macho con el que se encuentren.

Por nuestra experiencia cotidiana sabemos que los hombres y las mujeres abordan el sexo y las relaciones con miembros del sexo opuesto de manera diferente. Hasta hace poco tiempo, muchos especialistas opinaban que las estrategias de apareamiento que emplean hombres y mujeres eran arbitrarias o estaban estrechamente ligadas al contexto cultural en que cada individuo ha sido educado. No obstante, la evidencia acumulada en los últimos años demuestra que los mecanismos psicológicos que hombres y mujeres ponen en juego en relación con el sexo y con el apareamiento exhiben muchas de las características que predice la teoría de la selección sexual.